El amor de Dios, el amor del Espíritu,
es un amor embriagador.
Una vez que lo hayas experimentado,
te conducirá cada vez más profundamente a los dominios de lo eterno.
Ese amor jamás será arrebatado de tu corazón,
sino que arderá allí, y en ese fuego encontrarás
el gran magnetismo del Espíritu que atrae
a los demás hacia ti y atrae también
cualquier cosa que verdaderamente necesites o desees.
En verdad puedo afirmar que todas mis preguntas han sido respondidas, no por el
hombre, sino por Dios.
Él es. Él es.
Es su espíritu quien te habla a través de mí.
Es de su amor del que yo hablo.
¡Oleada tras oleada de gozo estremecedor!
Cual dulce céfiro, su amor envuelve el alma.
Noche y día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, continúa creciendo
y no sabes dónde está el fin. Y eso es lo que tú anhelas experimentar, lo que
cada uno busca.
Piensas que lo que deseas es el amor humano y la prosperidad, más en el fondo
de ambos se encuentra el Padre, que te está llamando.
Si tomas conciencia de que Él es infinitamente superior a sus dones, con toda
certeza le encontrarás.
Paramahansa Yogananda