Capítulo V: Hábitos y actitudes racionales.
Capítulo V: Hábitos y actitudes racionales.
Continuando la explicación al respecto de las mudanzas que ocurrirán con el advenimiento de la Nueva Era, nos gustaría hoy explicarles determinados patrones de comportamiento.
La humanidad terrestre actúa a través de los hábitos. Vuestros ancestrales reaccionaron de determinadas formas frente a situaciones, y esas formas de comportamiento fueron siendo repetidas, repetidas un número sin cuenta de veces, hasta transformarse en hábitos. A partir del momento en que se transformaron en hábitos ya no exigían mas cualquier esfuerzo de adaptación, por el mero automatismo. Y como el hombre es dentro de la evolución terrestre un elemento capaz de absorber la herencia cultural de sus antepasados, él heredó un sin número de hábitos que pasaron a ser parte de su comportamiento y que él juzga parte de la esencia humana pero que en realidad no lo es.
Así hermanos, muchas de las cosas que hacéis, las hacéis por mero hábito, sin nunca cuestionar si hay una manera mejor de hacerla o si existe validez en aquello que estamos efectuando.
Vamos a analizar ciertos aspectos de la vida del hombre en el Planeta Tierra.
Al comenzar vuestra infancia sus padres les transmitieron una herencia cultural, herencia cultural que a su vez ellos mismos recibieron de sus padres y así por delante en la escala genealógica de cada individuo. El niño como tal, sin condiciones selectivas y analíticas para saber lo que conviene o no, recibe toda una carga emocional que le es impuesta (y no hay cualquier posibilidad de fuga de esa realidad), que acaba por destruirle o por lo menos castrar las potencialidades individuales.
La educación del niño, tal como la recibistes y como actuáis en relación a vuestros niños, es altamente destructiva, pues intenta reducir la mente infantil a meros retratos mentales que deberán ser repetidos y copiados un sin número de veces hasta que se transformen en hábitos. Y el niño, como un mono, repite actitudes que mas recuerda un mono amaestrado para andar de bicicleta; con un potencial infinito y destinado a caminar para un destino altamente dignificante y noble.
Ya por el proceso educativo, en la mas tierna edad, el ser humano recibe hábitos heredados y de uso indistinto, sin considerarse toda una gama de sutilezas que separan una individualidad de las millares de otras individualidades que existen en nuestro orbe. Y el niño recibe todo ese proceso educativo (en la falta de una palabra mejor), que la deseduca completamente porque sofoca sus reales potencialidades, para transformarla en una imitación de aquello que fueron sus antepasados.
Y como cada uno trae un proceso de crecimiento espiritual especial, el niño pierde el estímulo para mostrar sus reales posibilidades y actúa de acuerdo con las normas impuestas. Cuando es mas adulto, en la fase que llamáis de adolescencia y que es la época en que el espíritu se dá definitivamente cuenta de su participación carnal, tenemos una juventud rebelde, una juventud en contra de cualquier tipo de autoridad, agresiva al extremo de ese lado de inconformidad de la juventud y es respuesta tardía del niño que sintiéndose frágil e indefenso, no puede gritar e imponer sus reales potencialidades.
Y ese proceso de actuar de una determinada forma, porque fue la forma como nuestros antepasados actuaron frente a las situaciones semejantes, genera un embotamiento mental. Se crea ahí el “impase” o tenemos una juventud amorfa, sin voluntad propia y sin rumbo, sin perspectiva y sin preocuparse mucho con el mañana; o una juventud rebelde, inconforme e igualmente no preocupada con el mañana, seguros de que todo ya está irremediablemente perdido.
Y el hombre (que no es mas que el niño con hábitos), camina por la vida haciendo una serie de cosas, tomando una serie de actitudes, viviendo cada segundo, patrones que el no tiene la menor idea si son válidos o no, pero como fue así que su bisabuelo, su abuelo y su padre actuaron, eso lo lleva a creer que también el debe actuar de esa manera. Y el hombre pasa toda una vida respondiendo a los estímulos externos de acuerdo con los hábitos que le fueron embutidos en la mente por un proceso repetitivo exhausto. Y no hay como cuestionar, pues una vez que todos los demás que están a su alrededor están actuando de esa misma forma, se hace difícil encontrar alguien en quién pueda reflejarse y comparar actitudes. Así el hombre vive profundamente adormecido para la realidad que está a su alrededor, pareciéndose a un robot o alguien completamente hipnotizado.
Con relación al poder y prestigio, el hombre igualmente busca la fama, la notoriedad, busca ser aplaudido, alcanzando o intentando alcanzar altos puestos. Y engañado por las propias ilusiones, en la mayoría de las veces, cae en flagrante en el crimen, en la corrupción y en la degradación de sus mas nobles ideas. El ansia de notoriedad y poder que es inculcable en la mente del niño se transforma en un monstruo devorador que se vuelve insaciable. Y con esa fuerte cadena, el hombre queda preso, se engrilleta en forma inquebrantable a los lazos de la materia densa, cometiendo toda una serie de desatinos que lo sujetan a la rueda de nacimientos y muertes sucesivas, con un mínimo de progreso espiritual.
Actuando por hábito, reaccionando por automatismo, el hombre no cuestiona, no analiza realmente lo que conviene, y está en la mayoría de las veces, completamente adormecido para la realidad que lo rodea. No hablamos apenas de valores espirituales que son los últimos a despertar en el corazón del hombre. Hablamos de las realidades mas simples y tangibles que lo rodean. Si preguntaseis a las personas porque ellas viven, quién son ellas realmente, pocas, un número realmente insignificante sabría la respuesta de lo que ellas consideran ser la finalidad de la vida y su papel en el universo. La gran mayoría usan respuestas evasivas, ambiguas o ninguna respuesta, porque realmente ellas no tienen una idea clara; ellas antes suponen que por esto o por aquello y en esa suposición entra mucho de los hábitos que les fueron introyectados en la mente desde la infancia.
Y al responder a tal pregunta, ciertamente la persona cree que lo que ella dice es lo que realmente ella piensa y quiere, cuando la verdad, realmente de ser, como expresión del individuo, poco existe, poquísimo y está dañado por ese proceso de imponer los patrones sociales, así como no cuestionar hábitos heredados de la ancestralidad.
Lo que los hombres olvidaron es que las fórmulas por ser viejas, no siempre son buenas y que el tiempo no es el certificado de validez. O mejor aún, no podemos decir ni que son viejos, una vez que son revividos en cada generación.
Lo que queremos explicarles hermanos, es que con el advenimiento de la nueva humanidad, tendremos que ir dejando de actuar meramente por hábito y comenzar a actuar racionalmente.
Continuaremos en una próxima etapa.
Que las luces del Tercer Milenio se
derramen sobre todos Uds.
Gino
En fin alguien programado para ver, sentir, pensar, expresar y principalmente perseguir determinados objetivos que la sociedad en que vivís (y eso varía mucho en la escala de valores sociales de un lugar para otro), que tiene como buenos, justos y loables. E hipnotizado por la educación materialista, el hombre persigue tres objetivos básicos: bienes materiales, procreación y poder o respeto.
Por bienes materiales, el hombre entiende todo aquello que pueda disfrutar o mismo que no pueda disfrutar, pero que tenga algún valor en el medio social que vive. Y fue amaestrado para querer bienes, acumular bienes, regatear mas y mas el modo de asegurar a si mismo, a los suyos y a sus descendientes, una riqueza considerable que les permita vivir confortablemente o incluso con excesos de confort.
Y el hombre, en esa búsqueda automática, jamás cuestiona la validez de aquello que está haciendo. La orden es tener. Si eso hará bien o traerá cualquier beneficio, no importa. Lo que importa es acumular mas y más pues eso le fue enseñado y es así que debe ser.
Persiguiendo aquello que considera placer, el hombre pervirtió su instinto de procrear o mejor, de co-partícipe de la creación y pasó a buscar en los órganos genéticos la fuente suprema de la felicidad. Y una vez mas, por automatismo, instintivo y por la educación, el hombre no cuestiona si realmente el sexo es un placer. Le fue enseñado que da placer, entonces el cree en eso y no cuestiona. Y de una forma descontrolada se arroja en todo tipo de placeres sensoriales, en un ansia incontenible de alcanzar alguna cosa que el no sabe realmente que es. Y el resultado de esa búsqueda desenfrenada son los profundos desequilibrios que se transfieren, en un cuadro angustioso y patético, de encarnación en encarnación, en una cadena de causas-consecuencias interminables. También en este aspecto el hombre no cuestiona realmente lo que es el sexo y cual su papel real como fuente de placer.
No hablamos de abstinencias, tampoco hablamos de falsas virtudes y castidades forzadas. Hablamos de sexo en su esencia. Cada hombre, cada mujer debería saber exactamente para sí y para el compañero, donde termina el placer verdadero y donde comienza el desvarío que arrastra los seres a un pozo de actitudes humillantes y que generan largos y dolorosos procesos obsesivos.
Hablamos de hábitos, de respuestas automáticas para las diversas situaciones del comportamiento humano. No obstante, un aspecto importante a ser desarrollado, en un futuro próximo son: las actitudes racionales.
Ser racional, como entendemos, no es la frialdad de la personalidad. Podemos perfectamente amarnos, ser sensibles y amorosos sin dejar que los sentimientos y las emociones tomen cuenta de nuestras actitudes.
Las emociones son como caballos poderosos que si no son suficientemente controlados, desembocan por los precipicios en una carrera descontrolada. No que las emociones en si, sean un mal. El mal está en la falta de control de ellas. Y lo más inexplicable es que muchas personas (y muchas de ellas de la clase considerada culta) a pretesto de ser personas auténticas, son llevadas completamente por las emociones y cometen los mayores desatinos. Es necesario tener esos caballos bajo dominio para que ellos sean, una fuerza al servicio del desenvolvimiento y crecimiento del hombre, no instrumento de destrucción.
Y el control de las emociones y hábitos se da a través de actitudes racionales. Tomar una actitud racional significa evaluar la verdad de aquello que estamos haciendo o antes cuestionar porque lo hacemos. Se trata antes de tener siempre en mente que somos seres pensantes con capacidad de opción y sentido común que nos puede guiar en la vida. El hombre no piensa, él reacciona a estímulos, sin cualquier sentido de objetividad. Y en el futuro tendremos que tener actitudes racionales, donde no podremos perder de vista la finalidad de la vida y de la evolución.
Partiendo de este principio, la finalidad de la vida, vamos aprendiendo a simplificar todo lo que está a nuestro alrededor, según el criterio de lo que es cierto, o lo que está errado; lo que conviene y lo que no conviene; lo que debemos o lo que no debemos. A partir de ahí todo es una simple cuestión de opción.
Pero actuando por hábitos, valorizando el sentimentalismo desequilibrado y dando plena y total exteriorización de las emociones, difícilmente el hombre conseguirá evolucionar.
Nota del médium:El mensaje fue cortado bruscamente pues en ese día yo estaba fuertemente resfriado y no hubo condiciones adecuadas, para una sintonía. El mensaje fue cortado bruscamente como si hubiera una deficiencia de energía eléctrica.
Gino
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