"La fiesta del erudito"

"La fiesta del erudito"

miércoles, 20 de abril de 2011

Capítulo X: Los Microcosmos en conflicto.

Capítulo  X: Los Microcosmos en conflicto.
                               El hombre, a la imagen y semejanza del Creador, también es el constructor de su propio mundo, en la medida en que plasma imágenes en el eter, que posteriormente se materializan en el mundo los fenómenos. Esos pequeños universos, representados por la sumatoria de los pensamientos, sentimientos y acciones de cada ser, estando en interrelación continua, generan necesariamente conflicto.
                               El conflicto entre esos universos se debe al carácter esencialmente egoísta de los hombres, al ansia desesperada de conseguir placer, tener y acumular bienes, en perjuicio del prójimo. Al contrario de seguir la Ley Espiritual que es el amor y la donación, siguen la ley de la materia que consiste en tomar. Gravitando exclusivamente en torno a su órbita, negándose a gravitar alrededor de la Luz Mayor, esos universos se entre chocan causando rozamientos contundentes y experiencias insanas que terminan por comprometer seriamente el equilibrio espiritual. Ese egoísmo provoca un cúmulo de actitudes negativas que tienden a disgregar esos universos.
                               El choque de esos pequeños universos materialistas y egocéntricos originan lazos de odio, de venganza, que se prolongan mas allá de la esfera del mundo material, arrastrándose dolorosamente, para el mundo periespiritual, volviendo a reaparecer en el mundo físico y así sucesivamente, en una cadena casi que interminable de renacimientos en posiciones cambiadas, unas como víctimas, otras como causantes. Y esos choques y rozamientos comprometen seriamente el equilibrio de la Ley del Amor, causando consecuentemente un atraso en la evolución del hombre. Inconsciente de su propio poder, a través de la mente, el hombre temerariamente se envuelve en situaciones livianas, que posteriormente traen consecuencias bastante graves para su futuro. Y una de esas fuerzas que mas compromete al hombre es exactamente el instinto sexual.
                               Colocado al servicio de la creación como fuente de reproducción y necesariamente puerta de entrada para la reencarnación, quiso la Ley que el sexo fuese una fuerza absolutamente imperiosa, para que sus designios se cumpliesen. Así hombres y mujeres; toda vez que el prójimo es la medida de relación con el Creador, juntos, efectúan el acto sublime de procrear. De esa unión surgen las formas físicas para la jornada terrestre y la garantía de manutención de la vida física. Y siendo una fuente de placer (de lo contrario el hombre no se decidiría por cooperar espontáneamente), así como otras manifestaciones de la vida fueron transformadas por el hombre en una desenfrenada permuta, donde el placer instintivo desvirtúa completamente los valores mas elevados.
                               Mas allá de ser fuente de reproducción, el contacto sexual sirve, en el caso de humanidades en situaciones como las de la Tierra, para una transfusión de energías psíquicas. Siendo el hombre un dinamo generador de energías, estas necesitan ser permutadas, permitiendo, así el equilibrio. De ahí la necesidad de que se tenga una relación sexual sana, se tenga una sintonía psíquica entre la pareja, llevándose a cabo así la posible permuta.
                               Por esto, aunque algunas civilizaciones opten por formas diferentes de unión y no hay en esto ningún tipo de censura a usos y costumbres de cualquier pueblo. Quiere la Ley que la forma de relación monogámico sea la establecida entre los hombres. De esa relación constantes de la pareja (psíquicamente sintonizados) recibe el hombre (elemento activo de la naturaleza), las energías de la mujer (elemento pasivo de la naturaleza) y viceversa, realizando el intercambio de energías opuestas. Y el equilibrio está exactamente en la armonía de los opuestos. Habiendo una relación sana, un perfecto intercambio entre los dos elementos, estando garantizadas las polaridades y por tanto el equilibrio.
                               Sucede que, tanto el hombre como la mujer en una voluptuosidad desenfrenada, son como fieras voraces, conduciéndose a deplorables desvíos de comportamiento, que traen consecuencias bastante graves.
                               "El escándalo vendrá, pero ¡ay de aquel, que servirá de vehículo al escándalo!".
                               Serán así, ligaciones meramente instintivas y efímeras, destinadas apenas a la satisfacción de la parte instintiva animal, sin la preocupación con la satisfacción de la necesidades psíquicas de cada uno. Cada ser es un ejemplar único y especialísimo en la naturaleza y como tal, debe sintonizar con otros seres con los que se afinen, para que haya un intercambio sano de energías y consecuentemente salud psíquica para la pareja que se relaciona.
                               Buscando el placer por el mero placer, se generan causas altamente disgregadoras para el espíritu, pues durante ese intercambio, hay la fusión de auras y los seres quedan como temporalmente  "fundidos" en un solo ser. De ahí, es fácil deducir lo que ocurre cuando la criatura, incauta, se une con otra que no le es afín o de vibración inferior a la de su propia condición. El resultado es un desequilibrio en las contrapartes periespirituales del compañero o compañera mas evolucionado, así como poquísimo aprovechamiento de los fluidos mas sutiles por parte de la constitución espiritual mas grosera.
                               La energía sexual es una de las energías mas poderosas que el hombre posee y así como tiene el poder de procrear, tiene la capacidad de desequilibrar seriamente aquel que hace mal uso de su fuerza. En su aspecto creador esa energía es muy utilizada por el Plano Espiritual.
                               Las Fraternidades, conocidas como Fraternidades Blancas, usan el aspecto sutil de esa energía para la regeneración de los tejidos sutiles de los periespíritus lesionados por los abusos, la usan como fuerza propulsora del proceso reencarnatorio y principalmente en el aspecto fecundante de la naturaleza. Innecesario sería decir que hablamos del aspecto sutil de la energía creadora y no de la energía desequilibrada que el hombre produce en su deseo insaciable.
                               Y si el aspecto sutil de la energía es usado para la regeneración y recomposición de los desgastes naturales, el aspecto grosero puede ser manipulado por seres caídos de la Gracia Divina para los aspectos mas torpes que no conviene enumerar.
                               Y el hombre, siendo un medio generador de esa energía puede justamente colaborar, ser copartícipe de esa maravillosa obra que es el Universo.
                               Cuando el hombre comprenda la maravilla que es el intercambio entre dos seres realmente afines, el habrá descubierto una maravillosa fuente de energías, de reformación psíquica y espiritual, tanto como contar  con la activación de los centros superiores de la Vida y no con fuerzas degradantes y esclavizantes.
                               Nuestro intento es mostrar a Uds. hermanos, que el hombre, en la búsqueda ilusoria de un placer meramente carnal, acarrea para si mismo, dolores inmensos que podrían ser fácilmente evitados si hubiese apenas un poco mas de respeto con aquel que fue llamado "templo del espíritu".
                               El hombre responder por todo abuso, no solo de su propio cuerpo, incluso principalmente por el abuso para con las criaturas que están a su alrededor y también por las actitudes que inclinen a otro ser para participar con el de sus propios vicios.
                               Quiere la Ley que el hombre sea el árbitro de su propio destino, para que no haya injusticia y favoritismos. Fue dado al hombre y a la mujer la sublime tarea de procreación. Procrear es crear y crear es una tarea destinada a seres divinos. Un legado maravilloso que el Padre pone a disposición del hombre. Y maravilla de las maravillas, a través de esa creación, el hombre, en la mayoría de las veces, procrea formas físicas para los espíritus con los cuales se endeudó en vidas anteriores. Y si en una existencia el hombre se endeudó con otro ser, es la procreación un maravilloso instituto de reajuste. Y abuelos y abuelas, padres y madres, hijos e hijas, en un linaje de descendencia, van curando las heridas y las diferencias establecidas en el transcurrir de las existencias. Es de esta forma a través del mecanismo de procreación, que el hombre da  oportunidad a su propia renovación proveyendo a través de la procreación la vida a los deudores y cobradores, a los espíritus amigos que lo ayudaron en la caminata para la evolución y también a los llamados enemigos que vendrán, en la forma de cobradores, exigiendo su cuota de sacrificio, de tolerancia y de paciencia.
No fuera del proceso reencarnacionista, no fuera de la procreación, el hombre endeudado con la Ley jamás podrá saldar sus débitos para con los compañeros  de caminata, estacionando en los planos espirituales de baja densidad, prolongando indefinidamente la lucha y los odios. Mismo así, vía reencarnación, las deudas se apagan, las diferencias se nivelan y los odios se aplacan pues muchas veces escondidos bajo los densos velos de la materia, los espíritus tienen la oportunidad de que mediante nuevos ambientes, nueva educación, nueva cultura y al fin, mudar parte de sus esquemas mentales presos en odios, venganzas, espíritu de decadencia y otras vibraciones virulentas que fueron abrigadas en el núcleo íntimo de su lista de valores.
                               Los padres tienen pues una tarea muy importante cuando, a través de la relación sexual, conciben. Conciben exactamente el cincel que los formatearan en forma de golpes de ingratitud, de incomprensión, de falta de afecto. Golpes representados por las actitudes rebeldes de los hijos que incomprensiblemente se comportan de modo tan extraño, no obstante incluso recibiendo tanto amor, ternura y cariño.
                               El hijo, verdugo del pasado, que vía reencarnación, se vuelve frágil e indefenso, para ser cuidado exactamente por aquellos a quién debe tanto. Vean hermanos, que maravilloso es el proceso de procreación y de los reajustes.
                               La Ley del Amor da al hombre condiciones que mediante la relación sexual, traerá de vuelta al escenario terrestre, aquellos con quién él tiene cuentas pendientes.
                               Y, en la ceguera total para con las cosas del Espíritu, todo lo que el hombre hace es usar esa energía como mera fuente de placer efímero, comprometiéndose seriamente con seres con los cuales tiene deudas a ajustar.
                               Cualquier fuerza tiene su poder intrínseco, independientemente del uso que de ella se haga. Y como toda fuerza, posee dos polaridades. También la energía sexual tiene un aspecto creador, Divino y el aspecto destructor, infernal.
                               Hagamos un ejemplo con una corriente de agua fluyendo normalmente en su cause; en su estado natural esa corriente sigue su curso, dando al suelo humedad, trayendo condiciones climáticas estables, propiciando la presencia de la vegetación, en fin, sirviendo como un agente de equilibrio en la naturaleza.
                               Construyamos, en una determinada área, un pequeño dique. Esa agua, que hasta entonces fluía normalmente, al ser represada, crea una fuerza mayor que puede ser canalizada para transformarse en energía eléctrica o aún en energía mecánica. Con esas energías proporcionaremos un número infinito de utilidades al servicio de la humanidad. Pero si al contrario, aprisionamos esa corriente líquida y en seguida no le damos una dirección, habrá  necesidad de romper ese dique, causando estragos y destrucciones imprevisibles, simplemente porque, deteniendo el agua, acumulamos una fuerza y no canalizándola correctamente, tenemos como resultado, la destrucción.
                               Lo mismo ocurre con la energía sexual. En su curso normal ella sirve como irrigadora del sistema nervioso, reguladora del sistema endocrinal, fuente de calor para el organismo. Cuando es canalizada, su poder crece, se concentra, se transforma en fuente propulsora de vida, produciendo aun equilibrio psíquico, la salud emocional, el ajuste espiritual y encima de todo, trabajando activamente como aspecto creador, divino, copartícipe de la creación. Ya les fue dicho que el Espíritu viene del Padre y el cuerpo material es concebido por el hombre. Podemos pues evaluar la importancia de que se reviste el acto. El Padre, infinitamente poderoso, cuenta con los hijos para que estos, cooperando, abastezcan los moldes físicos que servirán como vestimenta carnal a los Espíritus que llegan a la materia para los reajustes de cuentas con la Ley de la Eterna Justicia.
                               Y como ejemplo del dique, si la energía no fuese utilizada en su aspecto creador, entran en juego las fuerzas opuestas con un resultado catastrófico: la destrucción.
                               Destrucción. La palabra tal vez nos parezca un tanto dramática y puede parecer aún que estamos pintando cuadros con coloridos muy fuertes. No obstante la realidad es esa; el resultado opuesto de la energía sexual creadora es la destrucción.
                               El hombre tiene dos fuerzas para guiarlo: el principio animal y el principio espiritual. El primero representado por el instinto y el segundo por la razón. Y, cuando la energía sexual no es controlada por la razón, estará bajo el dominio meramente instintivo. Y, dejándose arrastrar por el dominio del instinto puro y simple, el hombre se embrutece, se degrada, se vuelve vil y lo que es mas importante, afecta seriamente sus centros de fuerza, produciendo energías desequilibrantes que lo conducirán al completo colapso de su contraparte espiritual.
                               Existen en el cuerpo humano, lo que llamáis centros de fuerza o focos y cuando el hombre se deja llevar por el aspecto instintivo, las energías concentradas, como el ejemplo del dique, van a alimentar los centros inferiores genéticos, en perjuicio de los centros superiores, representados por las emociones superiores, altos ideales de fraternidad, solidaridad y amor desinteresado. Como consecuencia, el hombre pasa a bloquear completamente sus funciones mas elevadas, bloqueando consecuentemente, el flujo de energías para los focos superiores (que conocéis como centros de fuerza localizados: el cardiaco, frontal y coronario) y concentrándose exclusivamente en los centros de fuerza considerados inferiores por estar al servicio de la vida instintiva. Y el hombre, en esas condiciones, se transforma en una figura corrupta, abyecta, verdadero sátiro, como los ejemplos dolorosos que pasaron a la historia de la humanidad terrestre como verdaderas  verguenzas y escoria de la condición humana.
                               Esa hipertrofia del instinto sexual, se transforma en una utilización de energías altamente desequilibradoras, una vez que, concentrándose en el aspecto sexual instintivo, el hombre deja de abastecer a la mente, elementos necesarios para su salud y equilibrio, resultando de ahí las paranoias, obsesiones enfermizas, monoideas y principalmente las obsesiones mórbidas y subyugantes.
                               El hombre, vibrando energía sexual sin control, se asocia por la sintonía, con otras criaturas igualmente descontroladas, resultando de esa relación una fusión de auras potencializadas en alto grado. Durante esa relación, se producen como explosiones de energías en desequilibrio que, mas allá de la brutalizar, la pareja atraerá los seres desencarnados, igualmente desequilibrados y sedientos de sensaciones de placer, dada la ausencia del cuerpo físico que les impide la concretización de sus fines, esos seres, como una manada de lobos hambrientos y voraces, se tiran encima de la pareja encarnada, incentivándolos, estimulándolos a la búsqueda de placeres aun mas violentos, para que les puedan también saciar su sed desesperada de placer.
                               Y los encarnados, ignorantes de la realidad dantesca de que son protagonistas, se creen poseídos de sensualidad, dándose mas y mas al placer, cuando en verdad, no son mas que dóciles instrumentos en las manos de seres desequilibrados, locos y ávidos por saciar la ansia de placer que ya no pueden obtener por la materia densa.
                               Es una actitud de gran necesidad, que provocaban en sus centros genéticos cuando aun estaban en la envoltura física, por eso se acoplan a los seres encarnados para obtener sensaciones, que la Ley Divina para beneficiarlos, les vetó.
                               En calidad de vampiros, absorben las energías de los incautos, robándoles el poder sexual, elemento precioso para el equilibrio del cuerpo físico denso, del periespíritu y también del Espíritu. Con el pasar del tiempo y con la práctica constate de ese acoplamiento, se van formando monstruosas parejas entre encarnados y desencarnados que resultan en obsesiones y subyugaciones dolorosas, cuyas historias se ven a millares en tratamientos de desobsesión, en casas Espiritas y en relatos de libros de tipo mediúmnico.
                               Y esas historias que parecen, a primera vista, casos  especialísimos, hacen parte del cotidiano de la humanidad terrestre.
                               No es nuestra intención pregonar moral a nadie. Menos aun juzgar a nadie. Queremos antes mostrarles que por detrás de una actitud incauta que el hombre comete tan frecuentemente, están los orígenes de sufrimientos dolorosos, la causa primaria de dramas que se arrastran, a veces por siglos, tanto en el escenario material como en el espiritual.
                               Y no para ahí el aspecto destructor de la energía mal empleada. Estimulado por el instinto, queriendo obtener al máximo el placer, instigados por los  espíritus infelices de las bajas esferas, que están interesados en ser usados de instrumentos vivos, el hombre complementa la actividad sexual con bebidas estimulantes o mas inmoderadamente aun, con drogas alucinógenas. El resultado de esa insensatez es el desequilibrio total.
                               El alcohol liberando los instintos inferiores y disminuyendo los sensores psíquicos; las drogas abriendo las puertas de la percepción para el bajo mundo y  la energía sexual, siendo generada de forma violenta, fácil es evaluar las consecuencias que vendrán de tamaño descalabro humano. En un cuadro realmente dantesco, muchas veces es difícil distinguir con claridad donde está la pareja encarnada y donde lo desencarnado, siendo tal el grado de simbiosis que se verifica.
Los usos y las costumbres se modernizan. La humanidad avanza para rumbos mas libres de preconceptos y tabúes, mismo así las Leyes del Amor permanecen inalteradas. La relación entre los seres, para tener el beneplácito de las Leyes Divinas, tiene que ser basado en el amor entre las criaturas, en la sintonía entre dos seres que se buscan para complementarse, conscientes de que el prójimo es nuestra medida de aproximación con el Padre.


                               Es de Ley que el hombre solamente se realice amando, y el amor en la fase en que la humanidad se encuentra y con raras excepciones consigue manifestarse apenas a través de la unión entre dos seres que se afinicen, se complementen y se rehagan mutuamente, hasta que avanzando en espiritualidad, él pueda llegar a un amor mas amplio, mas cósmico, a la imitación del Maestro Divino que amó la Humanidad, con su Amor Crístico. Mientras la comprensión de nuestro amor, no llegue a ese grado de elevación, vamos hermanos a recordarnos, que el cuerpo es la morada del espíritu y no la del placer instintivo, para que podamos evolucionar en capacidades, abrazando un círculo cada vez mayor de criaturas afines, comunes en la comprensión de la últimas finalidades de la vida, al hombre realizado, en contra del hombre instintivo y brutalizado.


                                                                                              Que las luces del Divino Amor se                                                                                           derramen sobre todos Uds.


                                                                                              Alfa Centauro

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