"La fiesta del erudito"

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miércoles, 20 de abril de 2011

Capítulo VIII: Pensamientos y sintonía.

Capítulo VIII: Pensamientos y sintonía.
                               Hemos insistido en la importancia del pensamiento racional, en la necesidad de usarnos de la razón pura al enfrentarnos con la realidad del día a día. También nuestra preocupación ha sido la de mostrar a Uds., en la medida de las posibilidades, que la humanidad trae consigo un equipaje de creencias y supersticiones idiotas que impiden el avance del ser y lo atan peligrosamente a hábitos que contradicen la evolución espiritual.
                               Es del conocimiento de todos la importancia del pensamiento. El tiene vida y forma propia y en la intensidad y cantidad de veces que emitimos un mismo pensamiento, este va adquiriendo una fuerza motriz cada vez mayor y es animado temporalmente de una vida por si mismo independiente de su creador. Cuando pensáis constantemente en enfermedad, generáis un campo de fuerza negativo que tiende a disminuir la defensas inmunológicas del organismo, volviéndolo propenso a contraer determinados males. Cuando emiten pensamientos de miedo, generáis un campo magnético libido y apabullante, que en cierta forma paraliza las actividades periespíritas, dado el desequilibrio que tal orden de pensamiento origina.
                               Un pensamiento mantenido constantemente en la mente, tiende a adquirir fuerza y continuidad de su forma transitoria propia. Por consiguiente, cada pensamiento es una creación.
                               Cada vez que pensáis en algo, imitáis al Creador. Ese el Creador, con su pensamiento ideoplástico, crea galaxias; el hombre, con su mente crea formas, seres, colores, sonidos, que acaban finalmente por manifestarse en el mundo fenoménico, en el mundo de los sentidos.
                               Acompañando nuestra línea de raciocinio, luego percibiréis que  pensando, entráis en una corriente de energía magnética con fuerza atractiva y repulsiva. Una fuerza magnética atractiva de fuerzas afines y por otro lado, una fuerza magnética repulsiva de fuerzas contrarias. Continuando con el ejemplo dado, cuando pensáis  en enfermedad, por fuerza magnética atractiva, vuestro pensamiento atrae otras fuerzas afines de modo que refuerza la corriente ya existente. Y pensando firmemente en enfermedad, esas fuerzas atractivas atraen bastantes corrientes magnéticas afines como también entidades de grado vibratorio harmónico con ellas. En el de estar   pensando en enfermedad, mas específicamente en un determinado tipo de enfermedad, hay una fuerte inclinación de vuestro pensamiento para atravesar barreras y sintonizarse con seres y locales donde se congregan aquel tipo de energía. Y esos seres atraídos por la vibración desarmónica y mórbida emitida, tienden a invadir seriamente el campo magnético de la criatura que engendre pensamientos de enfermedad. Y la frecuencia del pensamiento va generando  una ligación poderosa entre el encarnado con pensamientos enfermos y el desencarnado con vibraciones desarmónicas.
                               Con esa sintonía mórbida, difícilmente el hombre, en la calidad de encarnado y por tanto trayendo un cuerpo sólido, denso, extremamente pasivo e influenciable por las corrientes del mundo periespiritual, puede mejorar sus condiciones físicas y psiquiátricas. Esa sintonía tiende a volverse cada vez mas fuerte y más sólida, transformándose en un puente de ligación entre esos dos planos de la naturaleza. Hay casos de criaturas encarnadas, con pensamientos de una morbidez tal, que ellas sirven prácticamente de ventanas a través de las cuales los habitantes de planos de bajo nivel vibratorio espían  constantemente el mundo físico y con el tienen contacto  casi de forma directa.
                               Ese estado de cosas trae consecuencias bastante desastrosas para las dos criaturas. Este, siendo el portador del cuerpo físico denso, tiene pocas posibilidades de elevar su patrón vibratorio pues va esclavizándose a los seres desencarnados que acaban por dominar completamente su voluntad. Por otro lado, esos seres, ya desencarnados del cuerpo físico denso, habitantes de planos donde existe mucha desarmonía y morbos pestilentes, tienen pocas posibilidades de sutilizar sus ropas periespirituales, ya que el encarnado lo atrae y lo llama constantemente para la vida material que el dejó atrás cuando perdió la vestimenta carnal. Dejar hacia atrás es apenas una forma de expresión; una vez que, en las condiciones en que ellos se encuentran, esos espíritus tienen en ello mucha ganancia y en grado tal vez mas intenso y violento que el propio encarnado, pues viviendo en el mundo espiritual, libres de las ataduras del cuerpo físico denso que actúa como  freno, las emociones, los pensamientos y los sentimientos, asumen proporciones muchos mas violentos y coloridos mas dramáticos.
                               Conscientes que somos de esa sintonía encarnado y desencarnado, plano espiritual y plano periespiritual, podemos deducir cuantos males  la humanidad ha causado a si misma, en su manera errada de pensar. Esclavizada al miedo, manipulada por sacerdotes banales, presa de pasiones disolventes, la humanidad ha generado tanta fuerza disgregadora que si no fuese el trabajo desesperado de una gran cantidad de espíritus militantes en la llamada Fraternidad Blanca, la humanidad habría desaparecido en medio de locura, violencias, pestes y otros desvaríos de la pasión humana enloquecida.
                               Tal no sucede gracias a la bondad infinita del Creador que cuenta con una maravillosa pléyade de seres que trabajan incansablemente, para el mantenimiento del orden y del equilibrio en el universo.
                               Esa contaminación espiritual creció en proporciones realmente alarmantes y nunca fue necesario tanto esfuerzo conjunto como el que hubo en este momento, para contrabalancear las dos fuerzas en lucha. Esa fraternidad opera en el sentido de disgregar fluidos, amortiguar choques vibratorios, impedir el intercambio escandaloso entre las fronteras de lo visible y lo invisible.
                               Con todo, a pesar del esfuerzo desmedido de esa pléyade de espíritus, el hombre no ha cooperado mucho para la mejora de este  estado de cosas. El continúa agarrado a sus creaciones mentales de carácter deprimentes y generalmente volcadas para el círculo estrecho de su egoísmo, de su ganancia y ambición desmedida. Preso a ese círculo asfixiante que el crea a su propio alrededor, el hombre por su proceso de ser pensante y por tanto creador, impide cualquier aproximación de energías y espíritus benefactores, interesados en la mejora de condiciones y en su evolución espiritual mas rápida. Esos espíritus ya conscientes de la realidad de la vida espiritual y del significado de la vida material como un medio y no como un fin en si, buscan ayudar al hombre encarnado a entender la importancia relativa de la vida en la materia.
                               Vivir en la materia es una dádiva del Creador para que el hombre salde sus deudas, rectifique sus defectos de carácter y desarrolle sus virtudes que deberán transformarlo en el futuro, en un ser angelical. Es un regalo sin precio, que el Padre nos da. Asimismo, esa importancia es relativa si consideramos el tiempo de permanencia del espíritu en el mundo material, en comparación con su estancia en el plano espiritual.
                               A través del pensamiento, el hombre puede elevarse tanto como rebajarse de acuerdo con la frecuencia vibratoria de su pensamiento que es creador, que plasma formas en la materia sutil, formas esas que a su vez atraerán otras formas que sean afines.
                               Cada pensamiento emitido por el hombre, cuando está realmente bien estructurado, adquiere vida, forma, color, densidad vibratoria, pudiendo ser comparado a una gestación y posteriormente un parto. En ese proceso de parir, ¿cuantos monstruos la humanidad ha engendrado?. Monstruos esos que acaban por destruir a su propio creador. En la medida que esos pensamiento van adquiriendo una forma definida, ellos en un instinto natural de conservación, quieren perpetuarse. Por tanto, esa forma debe generar en su creador, una sensación, una emoción que lo lleve a repetir el mismo pensamiento, en el mismo diapasón, de modo que lleva a alimentar la forma que lo engendró. Y creyéndose señor de sus propios pensamientos que pasan a esclavizarlo, tiranizarlo y exigir de él  ciertas necesidades artificiales. Usando de una metáfora, podríamos decir que el hombre piensa, el pensamiento adquiere vida y hace al hombre volver a pensar, siendo el pensador poseído por los propios pensamientos.
                               Atención hermanos, hacia la importancia de vuestros pensamientos, siendo siempre alegres, que el pensamiento debe ser siempre positivo, volcado para los ideales más nobles de la vida, no tomen esta información como figura de retórica o fuerza de expresión. Se trata antes de una realidad científica y palpable, demostrable, si tenemos en consideración que el pensamiento, como subproducto del cerebro, es aún materia, apenas en un grado más sutil.
                               El Espiritismo ha buscado corregir esas aberraciones de la mente humana de una forma eficaz y al mismo tiempo simple, cuando pregona la reforma íntima. Si el hombre lleva en consideración un programa de reforma íntima, modificando lo que él piensa; su sintonía y su grado vibratorio se inclinarán a mejorar sensiblemente, llevándolo a sintonizar con esferas más altas, que le servirán como fuente de inspiración y ayuda, al contrario de entrar en sintonía con planos bajos y con entidades portadoras de pasiones disgregadoras y sensaciones pervertidas.
                              
Es necesario que el hombre eduque su pensamiento. Que el aprenda a pensar de manera que no pierda de vista el objetivo central de la vida y la evolución.

                               Cuando se habla en evolución, se desprende luego que esta posee niveles y que por tanto ese Plano Mayor no espera que los hombres sean perfectos, espera apenas que el aprenda a pensar, sentir y actuar correctamente. En la calidad de centro generador de energías, es necesario generar energía saludable, pues de lo contrario ellas serán  la causa de su propia destrucción. De ahí, porque muchos espíritus al desencarnar, aunque tengan delante las leyes de la vida material dormidas, naturalmente, delante de la Espiritualidad son suicidas involuntarios pues si no tuvieron la desfachatez de poner fin a la vida en un gesto desesperado, lo hicieron lentamente, a través de esa costumbre generadora en desequilibrio que estuvo siempre produciendo vibraciones disgregantes, energías disolventes, pasiones avasallantes.


                               Es hora hermanos de comenzar a cuidar mejor de ese acto generador como toda fuerza del Universo, el tiene dos polaridades y el uso que hiciereis de él corre por vuestra propia cuenta, como ser creador que sois y portadores de libre albedrío.



                                                                                              Que las luces del Tercer milenio

                                                                                              se derramen sobre todos Uds.

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