Capítulo XV: La casa amenazada
Capítulo XV: La casa amenazada
¿Señor,que quieres que yo haga? Y la voz le respondió:
¿No ves Francisco, que mi casa está amenazada de ruina?, ve pues y repárala.
Pasaje de la vida de Francisco de Asís
Cuando Francisco de Asís, en plena juventud, escuchó de los Planos Espirituales esa frase, juzgó que se trataba de la reconstrucción material de la Iglesia. No entendió, de inmediato, para la profundidad de lo expresado y para la significación de la magna obra que comenzaría.
Entonces, el Plano se preocupaba con los destinos de la Espiritualidad y de la Fe en este periodo de la historia. El dulce Nazareno en su pesebre, su humildad, simplicidad, yacía olvidado. La simplicidad de los principios cristianos, se dio bien el lujo, lo fausto, la vida ociosa y fácil. Los reales valores extendidos por el Cristianismo Primitivo se habían perdido, quedando apenas las palabras que convenían, vacías de contenido.
Y Francisco de Asís vino entonces, a revivir el Evangelio y las enseñanzas del Maestro Nazareno, imponiendo a si mismo y sus seguidores, el ideal de pobreza, humildad, amor, simplicidad.
La Casa del Padre amenazaba caer, pero lo que caía, no era un templo material sino las costumbres, la ética, la fe. Era necesario restaurar entre los hombre el verdadero sentido del Evangelio de los simples, de los humildes, de aquellos que, para seguir al Maestro, deberían despojarse de todo lo que poseyesen y dar a los pobres, salvaguardándose, de esa forma, la fe.
Se pasaron desde entonces, casi ochocientos años y ahora en las vísperas del Tercer Milenio, nuevamente el Padre hace el mismo llamado pues Su casa está amenazada de ruina. Y la ruina es mas dramática y de consecuencias mas desastrosas. Se trata de los destinos de nuestra humanidad. Y nuevamente, el Padre convoca a todos aquellos que estén dispuestos a cooperar en la obra de regeneración del Planeta.
La primera medida a tomar es reconstruir nuestra casa intima. Vamos a colocar en ella los fundamentos sólidos de una fe racional y equilibrada. Levantar las paredes con ladrillos de solidaridad y hacer la masa de unión con el Amor cósmico que todo une en su abrazo. Vamos aun a limpiar la yerba a nuestro alrededor, destruyendo la envidia, codicia, sensualidad, la sed de acumular bienes y riquezas, las búsqueda de placeres y de competencia. Y una vez solidificada nuestra casa vamos a propagar al mundo esas ideas de la reforma íntima, para que el mayor número posible de esas personas puedan reparar sus casas que están amenazadas de caer. Y en seguida intentemos reparar el mundo que está, amenazado de una forma desesperada.
Estamos siendo llamados para la reconstrucción de la Casa del Padre, así como fue Francisco de Asís, otros; con la diferencia de que el llamado asume ahora, proporciones mayores, envolviendo todos los cuadrantes de la Tierra.
Y también nosotros, los trabajadores de las últimas horas estamos siendo convocados para esta restauración, inaugurando un nuevo periodo en la Tierra, una nueva etapa de trabajo en grupo, con un nuevo sentimiento de amor y de solidaridad, sentimiento de respeto al prójimo y espíritu de colaboración. El espíritu comunitario que caracterizó a los primeros discípulos del Maestro Nazareno, reaparece en Francisco de Asís y sus seguidores, debiendo florecer ahora en la alborada de la Nueva Era. La Casa del Padre, ahora, tiene amplitudes mayores que en la época de Francisco de Asís, alcanzando al mundo entero y solamente aquellos que sean capaces de comprender ese espíritu de solidaridad cristiana, les será dada la oportunidad de trabajo.
Nuevamente el Padre llama a los hijos al trabajo, anunciando que su casa está amenazada y que urge restaurarla porque, si no lo hiciéramos, ella caerá bajo el peso de la corrida armamentista, bajo el peso de la competencia, de la ganancia desmedida, de la sensualidad desenfrenada, del desequilibrio ecológico y por la fuga del hombre de sus metas reales como espíritu en evolución. La Casa del Padre amenaza caer y no se trata pues de una simple iglesia como pensó ingenuamente Francisco de Asís, en el inicio de su misión; se trata de nuestro orbe que está saturado de fluidos densos, de vibraciones disgregantes.
Quedaríamos felices si con nuestra pequeña colaboración, escribiendo estas líneas, pudiésemos concienciar a algunos de ustedes, de la importancia del momento que tenemos y pudiésemos divulgar el llamado del Divino Maestro.
Cuando se habla en misión espiritual, pensamos luego en misiones de alta relevancia, misiones de destaque que escriban nuestros nombres en el mármol de la inmortalidad. Asimismo, gracias al espíritu que caracterizar esa nueva era, no habrá grandes personajes, altas personalidades y personas de destaque, pues será la era del trabajo en equipo.
El papel de los líderes pertenece al pasado, cuando la mayoría de las personas tenían capacidades de autodirección. Asimismo, ha llegado el momento de que el hombre experimente el consenso general y no mas, la actuación de líderes y grandes estrellas. Los personalismos, los títulos, las jerarquizaciones, matan cualquier movimiento en su nacimiento, una vez que se pasa a valorizar nombres al contrario de obras. En este momento el Padre convoca a todos, sean cuales fuesen sus capacidades y grado cultural, pues lo que cuenta es la unión de los esfuerzos. Cada uno de nosotros, individualmente, seremos simples piedras, pero la reunión de todos nosotros con la argamasa de la fraternidad, hará que seamos el templo donde el Señor puede depositar Su confianza y celo, para la regeneración del orbe y consecución de los destinos del Planeta.
En esta extremas palabras, queremos dejar nuestro llamado para que todos ustedes, podáis alistarse como los trabajadores de las últimas horas y que la casa del Señor sea restaurada. Nuestra intención es estimular equipos de trabajo, para la divulgación del Evangelio y la difusión de los ideales de renovación interior, de la reforma de los viejos hábitos, para que el hombre nuevo ocupe el lugar del hombre viejo. Es necesario que transformemos el hombre viejo que existe dentro de nosotros, pues durante siglos, estuvimos presos a tantas amarguras y sufrimientos, simplemente porque estuvimos ilusionados con las fantasías del mundo, perdiendo así preciosas oportunidades de evolucionar.
Que las luces del nuevo siglo, que comienza en breve, pueda iluminar a todos ustedes mis hermanos, para que juntos, podamos llevar adelante el trabajo, utilizando todos los recursos que estén a nuestro alcance, para que en la medida de las posibilidades, el mayor número posible de personas se concienzen de la gravedad del momento por el cual pasamos y al mismo tiempo de preciosa oportunidad de ser los colaboradores de esta magna obra.
Que las luces del Tercer Milenio
Se derramen sobre todos ustedes.
Es lo que desea sinceramente nuestro equipo.
Psicografiado por Gino en 15.11.1983.
Fue despertado a las 4 de la mañana,
Terminando el trabajo a las 9 horas.
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